•Tres
hermanos se dedicaban a la mendicidad. Vagabundeaban de una ciudad a otra y
dormían donde la noche les encontraba. Hacía mucho tiempo que llevaban esta
vida insegura y errante y ya estaban cansados de ella.
•Una
noche, mientras cenaban algo en las afueras de un pueblo, se les acercó
un anciano y les pidió permiso para sentarse con ellos. Al conocer su vida de
mendigos, les dijo:
•—Precisamente
estaba buscando gente como vosotros. Resulta que tengo un campo aquí cerca. Lo
heredé de mi padre el cual, antes de morir, me dijo que guardaba un tesoro. En
mi juventud me dediqué a divertirme y ahora, aunque quisiera, ya no puedo
ponerme a buscar ese tesoro, porque soy demasiado viejo. No tengo familia,
pronto moriré, y el tesoro quedará escondido para siempre. Como vosotros sois
jóvenes, podéis aprovechar esta oportunidad: os regalo el campo, a condición de
que empecéis a buscar el tesoro inmediatamente.
•Los
tres hermanos, locos de alegría, aceptaron sin rechistar. Por la mañana, el
viejo los llevó al campo, les deseó suerte, y se marchó. Ellos empezaron a
cavar con entusiasmo. Era un campo grande, y la tierra estaba muy dura, llena
de piedras y malas hierbas, así que el trabajo era agotador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario